BIENVENIDOS

"Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan" PROVERBIOS 8:17

Es tiempo de que seamos más intensos en nuestra devoción.
E.G.W. "Recibiréis Poder" 22 de Octubre

16 de marzo de 2014

DEBEMOS TENER FE


"Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz, y queda sana de tu enfermedad."
 Marcos 5:34 

Mientras se dirigía a la casa del príncipe, Jesús había encontrado en la muchedumbre una pobre mujer que durante doce años había estado sufriendo de una enfermedad que hacía de su vida una carga. Había gastado todos sus recursos en médicos y remedios, con el único resultado de ser declarada incurable. Pero sus esperanzas revivieron cuando oyó hablar de las curaciones de Cristo. Estaba segura de que si podía tan sólo ir a él, sería sanada... Había empezado a desesperarse, cuando, mientras él se abría paso por entre la multitud, llegó cerca de donde ella se encontraba. 

Había llegado su áurea oportunidad. ¡Se hallaba en presencia del gran Médico! Pero entre la confusión no podía hablarle, ni lograr más que vislumbrar de paso su figura. Con temor de perder su única oportunidad de alivio, se adelantó con esfuerzo, diciéndose: "Si tocare tan solamente su vestido, seré salva". Y mientras él pasaba, ella extendió la mano y alcanzó a tocar apenas el borde de su manto; pero en aquel momento supo que había quedado sana. En aquel toque se concentró la fe de su vida, e instantáneamente su dolor y debilidad fueron reemplazados por el vigor de la perfecta salud... 

De repente Jesús se detuvo y la gente también hizo alto. Jesús se dio vuelta, y mirando en derredor preguntó con una voz que se oía distintamente por encima de la confusión de la multitud: "¿Quién es el que me ha tocado?"... 

El Salvador podía distinguir el toque de la fe del contacto casual de la muchedumbre desprevenida. Una confianza tal no debía pasar sin comentario. El quería dirigir a la humilde mujer palabras de consuelo que fuesen para ella un manantial de gozo, palabras que fuesen una bendición para sus discípulos hasta el fin del tiempo... 

Jesús insistió en saber quién le había tocado. Hallando que era vano tratar de ocultarse, ella se adelantó temblorosa, y se echó a los pies de Jesús. Con lágrimas de agradecimiento, relató la historia de sus sufrimientos y cómo había hallado alivio. Jesús le dijo amablemente: "Hija, tu fe te ha salvado: ve en paz"... No era mediante el contacto exterior con él, sino por medio de la fe que se aferraba a su poder divino, como se había realizado la curación... 

No es suficiente creer acerca de Cristo; debemos creer en él. La única fe que nos beneficiará es la que le acepta a él como Salvador personal; que nos pone en posesión de sus méritos. Muchos estiman que la fe es una opinión. La fe salvadora es una transacción por la cual los que reciben a Cristo se unen con Dios mediante un pacto. La fe genuina es vida. Una fe viva significa un aumento de vigor, una confianza implícita por la cual el alma llega a ser una potencia vencedora. 
El Deseado de todas las gentes, págs. 311-313. 

12 de marzo de 2014

EL DON DE LA PAZ


"La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."
Filipenses 4: 7

El pecado ha destruido nuestra paz. Mientras el yo no sea subyugado, no podemos encontrar descanso. Ningún poder humano puede regir las dominantes pasiones del corazón. En esto somos tan impotentes como lo fueron los discípulos para dominar la rugiente tempestad. Pero Aquel que apaciguó las olas de Galilea ha pronunciado las palabras que proporcionan paz a cada alma. No importa cuán fiera sea la tempestad, los que se vuelven a Jesús clamando "Señor, sálvanos", hallarán liberación. La gracia de Jesús, que reconcilia el alma con Dios, aquieta la contienda de la pasión humana y en su amor halla descanso el corazón. . ." "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" "(Rom. 5: 1)." "El efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre" (Isa. 32: 17). 

Todo el que consiente en renunciar al pecado y abre su corazón al amor de Cristo, se hace participante de esta paz celestial. No hay otro fundamento para la paz fuera de éste. La gracia de Cristo, recibida en el corazón, subyuga la enemistad; apacigua la lucha y llena el alma de amor. El que está en paz con Dios y su prójimo no puede ser desdichado. La envidia no estará en su corazón; no encuentran lugar allí las malas conjeturas; no puede existir el odio. El corazón que está en armonía con Dios es participante de la paz del cielo y difundirá por doquiera su bendita influencia. El espíritu de paz actuará como rocío sobre los corazones cansados y turbados con las contiendas mundanales. 

Los seguidores de Cristo son enviados al mundo con el mensaje de paz. Quienquiera que, mediante la influencia silenciosa e involuntario de una vida piadosa, dé a conocer el amor de Cristo; quienquiera que, por medio de sus palabras o de sus obras, lleve a otro a abandonar el pecado y a entregar su corazón a Dios, es un pacificador. 

"Bienaventurados los pacificadores". . . El espíritu de paz es evidencia de su relación con el cielo. El suave aroma de Cristo los rodea. La fragancia de la vida y la belleza del carácter muestran al mundo que son hijos de Dios. Los hombres advierten que ellos han estado con Jesús.
 (Review and Herald, 15 de octubre, 1908).