BIENVENIDOS

"Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan" PROVERBIOS 8:17

Es tiempo de que seamos más intensos en nuestra devoción.
E.G.W. "Recibiréis Poder" 22 de Octubre

11 de septiembre de 2012

LA ORACIÓN ACEPTABLE


Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de 
sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también
Juan enseñó a sus discípulos. (Lucas 11:1)

Jesús enseñó a orar a sus discípulos, y a menudo les hacía ver la necesidad de orar. No les ordenó que estudiaran libros para aprender a orar. No debían orar para los hombres, sino que debían presentar sus peticiones a Dios. Les enseñó que la oración que Dios acepta es la petición sencilla y ferviente que procede del alma que experimenta su necesidad; y les prometió enviar el Espíritu Santo para que él redactara sus oraciones.

Dios nos invita a acudir a él con nuestra carga de culpa y las aflicciones de nuestro corazón. El pecado nos llena de temor a Dios; cuando hemos pecado, procuramos ocultarnos de él. Pero no importa cuál haya sido nuestro pecado, Dios nos invita a acudir a él mediante Cristo. Podemos libertarnos de nuestros pecados únicamente llevándolos a Dios. Caín, reprochado por Dios, reconoció que era culpable de la muerte de Abel; pero huyó de Dios como si así hubiera podido escapar de su pecado. Si hubiera acudido a Dios con su carga de culpa, habría sido perdonado. El hijo pródigo, comprendiendo su culpabilidad y desgracia, dijo: "Me levantaré e iré a mi padre" (Lucas 15:18). Confesó su pecado y volvió junto al corazón de su padre.

Si queremos ofrecer oraciones aceptables, tenemos que realizar una obra de confesión mutua de nuestros pecados. Si he faltado contra mi vecino de palabra o acción, debo confesárselo. Si él me ha agraviado, debería confesármelo. Hasta donde sea posible, el que ha agraviado a otro debe hacer restitución. Luego, arrepentido, debe confesar su pecado a Dios, cuya ley ha transgredido. Al pecar, contra nuestro hermano, pecamos contra Dios, y debemos buscar su perdón. Cualquiera que sea su pecado, si nos arrepentimos y creemos en la sangre expiatoria de Cristo, seremos perdonados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario