Porque tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata.
(Salmos 66:10)
Un carácter que no ha sido probado no es digno de confianza. Debemos ser
probados mediante la tentación para aprender a buscar la sabiduría de Dios, y a
escapar al Refugio en tiempo de angustia. Únicamente el que busca la gracia de
Dios podrá resistir con éxito la tentación. Como seres individuales, estamos
como nuestros padres frente a frente con muchas tentaciones que acosan la mente
y el corazón. Todo el cielo observa con intenso interés para ver si acaso
miraremos a Jesús y nos someteremos a su voluntad, o si en la tentación
seguiremos las inclinaciones del corazón natural y las incitaciones del maligno.
Los que están confusos a causa de la tentación, acudan a Dios en oración... Perseverad en oración, y velad sin dudar, y el Espíritu Santo obrará en el instrumento humano, sometiendo el corazón
Los que están confusos a causa de la tentación, acudan a Dios en oración... Perseverad en oración, y velad sin dudar, y el Espíritu Santo obrará en el instrumento humano, sometiendo el corazón
y la
mente a los principios correctos.
Los que por la fe son protegidos por el poder de Dios, aprenden cosas buenas y preciosas. Experimentan la paz de Cristo que sobrepasa a todo entendimiento. Al resistir la tentación, rehusáis asociaras con Satanás y os colocáis bajo el estandarte de Jesucristo. Os convertís en vencedores ante la vista de las inteligencias celestiales. Es evidente que sois hijos de Dios...
Representáis a Cristo en vuestro carácter íntegro, y comprendéis lo que significa esta declaración: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad... Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia" (Juan 1:14-16). Recibís gracia, desarrolláis gracia, y al manifestar la gracia en vuestras palabras, espíritu y acciones, Dios derrama sobre vosotros una abundante medida de gracia. En la medida en que os sometéis a la obra del Espíritu Santo, se os concede gracia celestial.
Los que por la fe son protegidos por el poder de Dios, aprenden cosas buenas y preciosas. Experimentan la paz de Cristo que sobrepasa a todo entendimiento. Al resistir la tentación, rehusáis asociaras con Satanás y os colocáis bajo el estandarte de Jesucristo. Os convertís en vencedores ante la vista de las inteligencias celestiales. Es evidente que sois hijos de Dios...
Representáis a Cristo en vuestro carácter íntegro, y comprendéis lo que significa esta declaración: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad... Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia" (Juan 1:14-16). Recibís gracia, desarrolláis gracia, y al manifestar la gracia en vuestras palabras, espíritu y acciones, Dios derrama sobre vosotros una abundante medida de gracia. En la medida en que os sometéis a la obra del Espíritu Santo, se os concede gracia celestial.
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