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"Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan" PROVERBIOS 8:17

Es tiempo de que seamos más intensos en nuestra devoción.
E.G.W. "Recibiréis Poder" 22 de Octubre

18 de febrero de 2015

UNO CON CRISTO


"Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer."
Juan 15: 5

La conexión de Cristo con su pueblo creyente está ilustrada por esta parábola como por ninguna otra (Review and Herald, 18 de septiembre, 1900). 

No había la menor excusa para que sus oyentes malentendieran sus palabras. La figura que usó era como un espejo puesto delante de ellos. . . 

Todos los que reciben a Cristo por la fe llegan a ser uno con él. Los pámpanos no están atados a la vid; no están unidos a ella por algún proceso mecánico de unión artificial. Están unidos de tal manera que forman parte de ella. Están alimentados por las raíces de la vid. Así, los que reciben a Cristo por fe llegan a ser uno con él en principio y en acción. Están unidos con él, y la vida que viven es la vida del Hijo de Dios. Ellos derivan su vida de Aquel que es vida. 

Puede repetirse el bautismo una y otra vez, pero en sí mismo no tiene el poder de cambiar el corazón humano. El corazón debe estar unido con el corazón de Cristo, la voluntad debe estar sumergida en su voluntad, la mente debe llegar a ser una con su mente, los pensamientos deben ser reducidos a cautividad a él. . . 

El hombre regenerado mantiene una conexión vital con Cristo. Así como el pámpano obtiene la savia vital de la vid, y lleva mucho fruto debido a esto, también el creyente genuino, unido a Cristo, manifiesta en su vida los frutos del Espíritu. El pámpano se hace uno con la vid; la tormenta no puede arrancarlo; la helada no logra destruir sus propiedades vitales. Nada puede separarlo de la vid. Es una rama viviente que lleva el fruto de la vid. Así ocurre con el creyente. Mediante buenas palabras y buenas acciones revela el carácter de Cristo. . . 

Contemplen todos la perfección qué es su privilegio alcanzar, y háganse la pregunta: ¿Está mi voluntad sumergida en la de Cristo? ¿Pueden verse la plenitud y la riqueza de la Vid Viviente su bondad, su compasión, su misericordia y su amor en mi vida y en mi carácter? 

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