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"Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan" PROVERBIOS 8:17

Es tiempo de que seamos más intensos en nuestra devoción.
E.G.W. "Recibiréis Poder" 22 de Octubre

25 de octubre de 2013

LA PERSPECTIVA


Cerca está el día grande del Señor cerca y muy presuroso. 
Sofonías 1:14
Nos estamos acercando al fin de la historia de esta tierra. Tenemos delante de nosotros una obra grande, -la obra final de dar el último mensaje de amonestación a un mundo pecaminoso. Hay hombres que serán tomados del arado, de la viña, de otros diversos ramos de labor, y enviados por el Señor a dar este mensaje al mundo. 

El mundo está desquiciado. Cuando consideramos el cuadro, la perspectiva parece desanimadora. Pero Cristo acepta con esperanzada seguridad a los mismos hombres y mujeres que nos causan desaliento. En ellos ve cualidades que los habilitarán para ocupar puestos en su villa. Si quieren aprender constantemente, por su Providencia los hará hombres y mujeres idóneos para hacer una obra que no está fuera de su alcance; por el impartimiento del Espíritu Santo, les dará poder de expresión. 

En muchos de los campos áridos, en los que no se ha entrado todavía, deberán penetrar principiantes. El brillo de la visión que del mundo tiene el Salvador inspirará confianza a muchos obreros, los cuales, si empiezan con humildad y ponen su corazón en la obra, resultarán ser los hombres adecuados para la ocasión y el lugar. Cristo ve toda la miseria y la desesperación del mundo, visión que postraría a algunos de nuestros obreros de gran capacidad con tan grande peso de desaliento que ni siquiera sabrían cómo empezar la obra de llevar a los hombres y mujeres al primer peldaño de la escalera. Sus métodos precisos son de poco valor. Quieren quedar en los peldaños que están un poco más arriba que el pie de la escalera, diciendo: "Subid adonde estamos." Pero las pobres almas no saben dónde poner los pies. 

El corazón de Cristo se regocija a la vista de aquellos que son pobres en todo el sentido de la palabra; se regocija por la vista de los maltratados que son mansos; por los que aparentemente no están satisfechos y tienen hambre de justicia, por la incapacidad de muchos para empezar. El da, por así decirlo, la bienvenida al propio estado de cosas que desalentaría a muchos predicadores. El corrige nuestra piedad tan dada a errar, dando la carga de trabajar por los pobres y menesterosos de los lugares escabrosos de la tierra, a hombres y mujeres cuyos corazones pueden condolerse de los ignorantes y extraviados.

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