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"Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan" PROVERBIOS 8:17

Es tiempo de que seamos más intensos en nuestra devoción.
E.G.W. "Recibiréis Poder" 22 de Octubre

21 de mayo de 2014

LA NORMA MÁS ELEVADA


"Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados."
 Romanos 2: 13

En las vidas de muchas personas cuyos nombres están en los registros de la iglesia no ha habido un cambio genuino. La verdad ha sido dejada en el atrio exterior. No ha habido conversión genuina, la gracia no ha realizado ninguna obra positiva en el corazón. Su deseo de hacer la voluntad de Dios está basado en su propia inclinación, no en la profunda convicción del Espíritu Santo. Su conducta no ha sido puesta en armonía con la ley de Dios.

El que quiere edificar un carácter vigoroso y simétrico debe entregarlo todo a Cristo y hacerlo todo por él. El Redentor no acepta un servicio dividido. Diariamente debe aprender el significado de la entrega del yo. Debe estudiar la Palabra de Dios descubriendo su significado y obedeciendo sus preceptos. Así podrá alcanzar la norma más elevada de la excelencia cristiana. No hay límite para el avance espiritual que puede hacer si participa de la naturaleza divina. Día tras día Dios obra en él perfeccionando el carácter que deberá soportar el día final de prueba. Cada día de su vida ministra a los demás. La luz que está en él brilla y acalla las lenguas mordaces. Día tras día está realizando delante de los hombres y de los ángeles un vasto y sublime experimento, mostrando lo que puede hacer el Evangelio por los seres humanos caídos. 

No nos escatimemos a nosotros mismos sino llevemos adelante con fervor la obra de reforma que debe ser hecha en nuestras vidas. Crucifiquemos el yo. Los hábitos no santificados querrán imponerse, pero en el nombre y mediante el poder de Jesús podemos vencer.. . Dios mismo es "el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Rom. 3: 26). " Y "a los que justificó, a éstos también glorificó" "(Rom. 8: 30). A los seres humanos que están luchando para conformarse a la imagen divina, se les imparte una medida de los tesoros celestiales, una excelencia de poder que los colocará más alto que los ángeles que nunca cayeron.
 (Review and Herald, 7 de julio, 1904). 

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