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"Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan" PROVERBIOS 8:17

Es tiempo de que seamos más intensos en nuestra devoción.
E.G.W. "Recibiréis Poder" 22 de Octubre

8 de julio de 2012

EXPLORANDO LA MINA DE LA VERDAD


Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres
 de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (2 Pedro 1:21)

   Algunos han descuidado el estudio de la Biblia bajo el influjo de la creencia errónea de que es preferible tener al Espíritu morando en ellos que estudiar y tener la dirección de las Escrituras. Los tales estarán expuestos a las trampas satánicas y a los engaños fatales. El Espíritu Santo y la Palabra están en perfecta armonía. El Espíritu Santo inspiró las Escrituras y siempre conduce hacia ellas... 

La mina de la verdad debe explorarse con interés y diligencia. Cuán a menudo vemos a Cristo aplicando las Escrituras del Antiguo Testamento, exponiendo sus verdades, mostrando su carácter espiritual, revistiéndolas de una riqueza, belleza y frescura que la gente no había contemplado antes... Las verdades que nuestro Salvador manifiesta en su exposición son susceptibles de constante expansión y de nuevos y fecundos desarrollos. La mente que es guiada por el Espíritu Santo, al investigar las Escrituras, contempla a su Autor y mediante esa contemplación brilla constantemente mientras él investiga la Palabra. Así es como el intelecto que aspira a alcanzar la norma de perfección es elevado para comprenderla...

La verdad de origen celestial es presentada como "un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo" (Mateo 13:44), para trabajarlo en toda su extensión. En sus esfuerzos perseverantes, descubre joyas y materiales preciosos. El que trabaja con sabiduría hunde la barra cada vez más y descubre un rico y precioso filón. Descubre que el campo de la revelación está surcado por doradas vetas de valiosos tesoros y que en verdad es el depósito de las inescrutables riquezas de Cristo: Luz, Verdad y Vida.

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