Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 1:9
Vendrán las tentaciones del enemigo; pero, ¿le daremos la ventaja de quebrantar
todas las barreras al ceder aunque sea en una jota a los más estrictos
principios de integridad? Si cedemos en lo más mínimo, lanzará sobre nosotros
una tentación tras otra, hasta que vayamos directamente en contra de las claras
afirmaciones de la Palabra de Dios, para seguir los planes y hacer la voluntad
de Satanás. Este y su confederación de ángeles malignos están siempre alerta
para ver por qué medios pueden engañar y arruinar a las almas que se han
enrolado bajo la bandera ensangrentada del Príncipe Emanuel. Corrieron bien por
un tiempo, probaron y vieron que el Señor es bueno; pero cuando cayeron en el
pecado anduvieron en tinieblas. Cuando cayeron en tentación deben de haber
dejado de mirar a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Pero al confesar
sus pecados, crean que la Palabra de Dios no falla, sino que el que ha prometido
es fiel. Es tanto su deber creer que Dios cumple su palabra y perdona sus
pecados, como confesarlos. Deben ejercer fe en Dios puesto que hará exactamente
lo que ha prometido en su Palabra, y perdonará todas sus transgresiones.
¿Cómo podemos saber verdaderamente que el Señor es nuestro Redentor, que perdona nuestros pecados, y comprobar que dispone de santidad, gracia y amor en nuestro beneficio? ¡Oh, debemos creer sin reservas en su Palabra, con espíritu contrito y obediente! No hay necesidad de que andemos contrastados y arrepintiéndonos siempre, como si anduviéramos bajo una nube de constante condenación. Crea en la Palabra de Dios, mire constantemente a Jesús, medite en sus virtudes y su misericordia, y surgirá en su corazón un odio incontenible hacia el mal. Se contará entre los que tienen hambre y sed de justicia. Mientras más de cerca examinemos a Jesús, más claramente veremos nuestros propios defectos de carácter.
Al ver nuestras faltas, confesémoslas a Jesús, y con el alma verdaderamente contrita cooperaremos con el poder divino del Espíritu Santo para vencer todo mal. Si confesamos nuestros pecados, debemos creer que son perdonados, porque la promesa es positiva.
¿Cómo podemos saber verdaderamente que el Señor es nuestro Redentor, que perdona nuestros pecados, y comprobar que dispone de santidad, gracia y amor en nuestro beneficio? ¡Oh, debemos creer sin reservas en su Palabra, con espíritu contrito y obediente! No hay necesidad de que andemos contrastados y arrepintiéndonos siempre, como si anduviéramos bajo una nube de constante condenación. Crea en la Palabra de Dios, mire constantemente a Jesús, medite en sus virtudes y su misericordia, y surgirá en su corazón un odio incontenible hacia el mal. Se contará entre los que tienen hambre y sed de justicia. Mientras más de cerca examinemos a Jesús, más claramente veremos nuestros propios defectos de carácter.
Al ver nuestras faltas, confesémoslas a Jesús, y con el alma verdaderamente contrita cooperaremos con el poder divino del Espíritu Santo para vencer todo mal. Si confesamos nuestros pecados, debemos creer que son perdonados, porque la promesa es positiva.
( Review and Herald ,
del 21 de marzo de 1912).
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