El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimento
de la ley es el amor. (Romanos 13:10)
La cuestión de mayor interés para cada uno debería ser: ¿Estoy cumpliendo los
requerimientos de la ley de Dios? Esa ley es santa, justa y buena, y Dios quiere
que comparemos diariamente nuestras acciones con ella, que es su gran norma de
justicia. Únicamente mediante un severo examen de nosotros mismos a la luz de la
Palabra de Dios podemos descubrir nuestras desviaciones de su santa regla de
bien...
El amor es el principio que está a la base del gobierno de Dios en el cielo y en la tierra, y este amor debe estar entretejido en la vida del cristiano. El amor de Cristo no es vacilante, sino que es profundo, amplio y pleno. Su poseedor no dirá: "Amaré únicamente a los que me aman". El corazón que es influido por este principio santo, será puesto por encima de todo lo que se asemeje a una naturaleza egoísta.
Aun entre los cristianos profesos hay personas que siempre andan buscando alguna cosa por la cual ofenderse. Si sus amigos están ocupados en asuntos que requieren su atención, y no tienen tiempo para dedicarles, se sienten menospreciadas y heridas... Sus vidas son como esas vistosas flores que no tienen fragancia. Son preferibles esas florecitas sencillas y sin pretensiones, pero que agradan con su suave aroma a todos los que se acercan a ellas.
Esas personas, en lugar de criticar a otros, deberían hacerse agradables recibiendo a Cristo... El carácter de Cristo es la norma que el cristiano debe mantener ante si. Su blanco debería ser poseer las gracias que fueron ejemplificadas en la vida de Cristo en su humanidad...
La religión de Cristo no sólo debe prepararnos para la vida inmortal futura, sino que también debe habilitarnos para vivir la vida de Cristo aquí en la tierra. Jesús no es solamente nuestro Modelo, también es nuestro Amigo y nuestro Guía, y al asirnos de su fuerte brazo y participar de su Espíritu, andaremos "como él anduvo".
El amor es el principio que está a la base del gobierno de Dios en el cielo y en la tierra, y este amor debe estar entretejido en la vida del cristiano. El amor de Cristo no es vacilante, sino que es profundo, amplio y pleno. Su poseedor no dirá: "Amaré únicamente a los que me aman". El corazón que es influido por este principio santo, será puesto por encima de todo lo que se asemeje a una naturaleza egoísta.
Aun entre los cristianos profesos hay personas que siempre andan buscando alguna cosa por la cual ofenderse. Si sus amigos están ocupados en asuntos que requieren su atención, y no tienen tiempo para dedicarles, se sienten menospreciadas y heridas... Sus vidas son como esas vistosas flores que no tienen fragancia. Son preferibles esas florecitas sencillas y sin pretensiones, pero que agradan con su suave aroma a todos los que se acercan a ellas.
Esas personas, en lugar de criticar a otros, deberían hacerse agradables recibiendo a Cristo... El carácter de Cristo es la norma que el cristiano debe mantener ante si. Su blanco debería ser poseer las gracias que fueron ejemplificadas en la vida de Cristo en su humanidad...
La religión de Cristo no sólo debe prepararnos para la vida inmortal futura, sino que también debe habilitarnos para vivir la vida de Cristo aquí en la tierra. Jesús no es solamente nuestro Modelo, también es nuestro Amigo y nuestro Guía, y al asirnos de su fuerte brazo y participar de su Espíritu, andaremos "como él anduvo".
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