"Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás."
2 Pedro 1: 10
"Esta es la única elección de la cual habla la Biblia. Caídos en el pecado, podemos participar de la naturaleza divina y alcanzar un conocimiento muy superior a cualquier conocimiento científico. Participando de la carne y la sangre de nuestro Señor crucificado, ganaremos vida eterna, Leemos en el capítulo sexto de Juan: ""El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna. . . El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (Juan 6: 54-63).
Nadie necesita perder la vida eterna. Todo el que elige diariamente aprender del Maestro celestial asegurará su vocación y elección. Humillemos nuestro corazón delante de Dios y continuemos conociendo a Aquel cuyo conocimiento correcto es vida eterna.
"Procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" " (2 Ped. l: 10, 11) .
Aquí está vuestro certificado de seguro de vida. Esta no es una póliza de seguro cuyo valor algún otro puede recibir después de su muerte; es una póliza que le asegura a Ud. una vida que se mide con la vida de Dios: vida eterna. ¡Qué seguridad! ¡Qué esperanza! Revelemos siempre al mundo que estamos buscando una patria mejor, celestial. El cielo ha sido hecho para nosotros, y queremos una parte en él. No podemos , permitir que nada nos separe de Dios y del cielo. En esta Vida debemos ser participantes de la naturaleza divina. Hermanos y hermanas, tenéis sólo una vida que vivir. Sea una vida de virtud, y esté oculta con Cristo en Dios.
En unidad, hemos de ayudarnos mutuamente a ganar la perfección de carácter. Con este propósito, hemos de cesar en toda crítica. Adelante y siempre adelante podemos avanzar hacia la perfección, hasta que al fin nos sea suministrada una entrada abundante al reino celestial.
(Review and Herald, 26 de mayo, 1904).
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