BIENVENIDOS

"Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan" PROVERBIOS 8:17

Es tiempo de que seamos más intensos en nuestra devoción.
E.G.W. "Recibiréis Poder" 22 de Octubre

22 de diciembre de 2012

EN EL UMBRAL DE LA ETERNIDAD


Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido
de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.
1 Corintios 15:54

 Para los que están perdiendo a sus amados en este mundo, cuán preciosas son su fe y esperanza en las promesas de Dios que les abren la vida inmortal futura. Sus esperanzas pueden fijarse en realidades invisibles del mundo futuro. Cristo ha resucitado de la muerte: las primicias de los muertos. La esperanza y la le fortalecen al alma para que pase por las negras sombras de la tumba, con plena fe de surgir a la vida inmortal en la mañana de la resurrección. ¡El paraíso de Dios, el hogar de los salvados! Allí toda lágrima será quitada de todos los rostros. Cuando Cristo venga por segunda vez, para "ser admirado en todos los que creyeron" (2 Tesalonisenses 1:10), la muerte será sorbida con victoria, y no habrá más enfermedad, más aflicción, más muerte. Se nos ha dado una preciosa promesa: "Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que entren por las puertas en la ciudad" (Apocalipsis 22:14). ¿No es ésta una promesa preciosa consoladora para los que aman a Dios?  

La resurrección de Jesús fue una muestra de la resurrección final de todos los que duermen en él. El cuerpo resucitado del Salvador, su porte, el acento de su voz, eran familiares para sus seguidores. En forma semejante se levantarán los que duerman en Jesús. Conoceremos a nuestros amigos así como los discípulos conocieron a Jesús. Aunque hayan quedado deformados o desfigurados en esta vida mortal, sin embargo en su cuerpo resucitado y glorificado se preservará su identidad individual, y reconoceremos a los que amamos en su rostro radiante con la luz que brilla del rostro de Jesús.

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