Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es
nuestro Rey; él mismo nos salvará. (Isaías 33:22)
Esta mañana mi alma está llena de alabanza y agradecimiento a Dios, de quien
proceden todas nuestras bendiciones. El Señor es bueno, y su misericordia es
eterna. Alabaré al que es la luz de mi rostro y mi Dios. El es la fuente de toda
eficiencia y poder. ¿Por qué no lo alabamos hablando palabras de esperanza y
consuelo a otros? ¿Por qué están silenciosos nuestros labios? El habla es un don
del cielo, y debería emplearse para expresar alabanza al que nos ha llamado de
las tinieblas a su luz admirable...
¡Oh, cuánto bien se realizaría si todos los que profesan ser cristianos honraran a Dios!... La luz del mundo brilla sobre los hombres en la forma de abundantes bendiciones. Se han hecho todas las provisiones necesarias para suplir nuestras necesidades temporales y espirituales. Sin embargo, ¡cuán pocas acciones de gracias recibe el Dador!...
Al aceptar a Cristo como a nuestro Capitán debe haber una completa entrega de la voluntad humana a la voluntad divina. El Señor puede realizar su voluntad en los que han hecho esta entrega, porque obedecen pronta y gozosamente sus mandamientos. Dios espera que obedezcamos sin poner reparos. Debemos preguntar: "Señor, ¿qué quieres que haga?" Luego, aunque el mandamiento sea tan duro y desconcertante como el que recibió Abrahán debemos obedecer. El espíritu de Abrahán se quebrantó cuando recibió la orden: "Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de"Moríah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré"(Genesis 22:2). Pero no vaciló en obedecer.
Todas nuestras actividades y negocios deberían estar en perfecto acuerdo con los mandamientos del Señor.
¡Oh, cuánto bien se realizaría si todos los que profesan ser cristianos honraran a Dios!... La luz del mundo brilla sobre los hombres en la forma de abundantes bendiciones. Se han hecho todas las provisiones necesarias para suplir nuestras necesidades temporales y espirituales. Sin embargo, ¡cuán pocas acciones de gracias recibe el Dador!...
Al aceptar a Cristo como a nuestro Capitán debe haber una completa entrega de la voluntad humana a la voluntad divina. El Señor puede realizar su voluntad en los que han hecho esta entrega, porque obedecen pronta y gozosamente sus mandamientos. Dios espera que obedezcamos sin poner reparos. Debemos preguntar: "Señor, ¿qué quieres que haga?" Luego, aunque el mandamiento sea tan duro y desconcertante como el que recibió Abrahán debemos obedecer. El espíritu de Abrahán se quebrantó cuando recibió la orden: "Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de"Moríah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré"(Genesis 22:2). Pero no vaciló en obedecer.
Todas nuestras actividades y negocios deberían estar en perfecto acuerdo con los mandamientos del Señor.
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